Mientras paseaba por el centro de la ciudad donde vivo vi algo que llamó mi atención y que me hizo confirmar que el marketing directo, ni ha pasado, ni pasará de moda. Resulta que había un señor (probablemente un homeless) que sentado en el suelo tenía frente a él una caja con manillas plásticas de alguna organización dedicada al cuidado y conservación del medio ambiente.
Pero lo que más llamó mi atención fue un cartel de cartón escrito, nada bonito, con la siguiente leyenda: "si me das 25 centavos te regalo un dólar". Y les aseguro que había mucha gente alrededor de él debido a lo ingeniosa de su "promoción". ¿Cómo es eso de darme un dólar si le doy 25 centavos?- se habrán preguntado los curiosos.
Pues bien, las manillas ambientalistas tenía un valor aproximado de un dólar. Casi estoy seguro que las consiguió gratis de los activistas de dicha organización para que las repartiera a los transeúntes y hacer conciencia entre la gente sobre los ataques con que nosotros, los seres humanos, estamos afectando nuestro hábitat. Pero el señor tenía otros planes.
Y efectivamente, el trueque de los 25 centavos por "un dólar" le estaba dando resultados. Muchos, en vez de una moneda de 25 centavos le pagaron un dólar por la manilla, por lo que desde el punto de vista de su negocio "no perdía nada" en esos casos. Creo que cada persona preocupada por el medio ambiente, además de lo ingeniosa de la promoción, se sintió compulsada a comprarle al inteligente marketer para "ayudar" a conservar nuestra tierra más limpia y habitable.
Yo debo admitir que no me hice de una manilla, pero le di un dólar debido a su inteligencia. Se lo merecía. Y creo que muchos otros pensaron como yo.
El marketing directo, como bien dice su nombre, es la más cercana interacción que vas a tener con tus clientes, sean estos potenciales o efectivos. No podemos automatizar del todo las ventas sin que haya un componente de calor humano en cualquiera de nuestros negocios. A la gente le gusta sentirse sorprendida, tener la sensación de que algo están ganando, y ser bien atendidos por algo más que una fría máquina.
Suena muy bonito cuando vas a un centro comercial, restaurante, o a cualquier otro negocio, y el dependiente te saluda al llegar y te despide amablemente cuando te vas dándote las gracias por tu preferencia. Eso siembra en nuestra mente el deseo de regresar y la seguridad de que valió la pena el gasto de dinero que hicimos.
Yo estoy seguro que ese marketer callejero usó de dos factores clave a la hora de hacer negocios, sea dentro o fuera de internet:
1-un mensaje atractivo que despierte curiosidad,
2-un precio más bajo de lo que el producto puede costar.
Desde tiempos remotos esas han sido dos divisas utilizadas por los comerciantes. Al cliente hay que atraparlo con un mensaje, tratarlo bien, y dejarle las puertas abiertas para que regrese. No podemos olvidarnos que más que ganarnos un dólares lo importante es hacer clientes que vuelvan una y otra vez.
Felicito a ese homeless, no porque sea alguien sin hogar, si no, porque ha aprendido en medio de su dura vida a sobrevivir. Instintivamente usaba de técnicas que muchos no usan cuando para vender siquiera se detienen a pensar que sus clientes son seres humanos y que la inteligencia y el buen trato cuentan. En internet, debido a la naturaleza del medio, tú no podrás sacar la mano por la pantalla y estrechársela a quien te compró, pero aun así existen métodos para satisfacer emocionalmente a quien gastó su dinero en tu producto.
Repito: es mejor ganar un cliente para siempre que unos dólares una sola vez.
Muy probablemente ese homeless ha creado una infraestructura de negocios en la cual consigue cosas gratis y las vende por muy poco dinero. Pero seguramente vende mucho debido a ello y debe ser conocido en su área por quienes viven por allí o sencillamente pasan por allí para ir a sus trabajos rutinariamente. Seguramente también ha establecido acuerdos con los dueños de los negocios circundantes para hacerse de aquellos productos que de otra manera irían a los depósitos de basura. Los adquiere gratis, los vende a muy bajo precio, y se asegura un mercado de repitientes consumidores que, además de ayudarlo, le agradecen su esfuerzo e inteligencia.
Al menos para mi ver lo que vi ha sido una importante lección, que no por conocida, me sorprendió alegremente.
Sufro cuando veo gente con tan poco y al mismo tiempo con tanto talento. Igual me pasa cuando veo a algunos con mucho teniendo un pedazo de ladrillo por cerebro. Pero la vida es así, a veces tan extraña que cuesta trabajo entenderla.
No sabría decir cómo ese señor llegó a convertirse en un sin casa. Muchos han llegado a esa condición producto del uso de las drogas o alguna otra adicción. Vías para perderlo todo hay muchas. Pero algo si me queda bien claro: el marketing directo no ha pasado ni pasará de moda. Ese homeless me lo recordó.
Así que si estás pensando en ser un vendedor bien harías en ser original y creativo. A la gente le gusta pagar por aquello que le resulta curioso, sorprendente, y agradable. Y por supuesto, que lo que compre les aporte algún valor, pues vi alrededor de ese señor a chicos muy jóvenes a quienes sus padres y algunas instituciones están educando en el amor a la naturaleza y en el servicio a los demás.
Hasta pronto.
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