Esta será una entrada algo extensa (1957 palabras). La razón fundamental es que los conceptos que manejaré resultan muy fáciles de entender, pero difíciles de explicar. Siendo así, trataré de usar el lenguaje más sencillo de que soy capaz. Además, cuando hablas de manera sencilla y con ejemplos puedes hacerte entender mejor y comunicar lo que piensas sin complicarte.
Yo escribí dos entradas: Desapego (el 15 de febrero de 2013), y Me encanta Chocobuda (el 25 de junio de 2013). Hoy me doy cuenta lo interconectadas que están a pesar de haberlas escrito con casi 4 meses de diferencia. En ambas el budismo es el protagonista, o más bien, un par de preceptos budistas que, a nosotros los occidentales, puede costarnos un poco de trabajo entender debido a nuestra "naturaleza" materialista y al apego que sentimos por nuestras posesiones materiales y mentales.
La cultura occidental se basa en el éxito, y ser exitosos, como escribí , suele considerarse a aquellas personas que tienen mucho dinero, sexo, viajes, placeres, y todas las posesiones que el dinero puede comprar, incluyendo dentro de esas posesiones a las voluntades de aquellos a quienes podemos dominar debido al "poderío" que nuestro dinero parece otorgarnos. Un multimillonario dueño de empresas se convierte prácticamente en el amo de sus empleados. Podemos enmascarar este hecho con todas las delicadas palabras que queramos, pero en esencia el principio es este. "el que te paga, tiene poder sobre ti".
La razón fundamental de esta desagradable situación debemos buscarla en la raíz misma de nuestra forma de pensar. Para un occidental la búsqueda del éxito suele estar relacionada con estudiar una buena carrera en una prestigiosa universidad, hacerse de un buen empleo, recibir un buen sueldo, e intentar ser feliz desplegando sus habilidades en medio de una sociedad en la cual supone ya tiene ganado un prestigio.
Largos títulos aumentan entre nosotros la credibilidad. 'Doctor en tal cosa', 'Máster en aquella otra', 'Asesor de esto o aquello', 'ganador del Premio tal o cual', 'Licenciado en blablabla', etc, etc. Eso impresiona a muchos y es como una tarjeta de presentación que abre puertas. Si tú te vas a entrevistar con Warren Buffett, por ejemplo, seguramente estarás algo nervioso. Te preocuparás muchísimo por la ropa que debes usar ese día, por tus maneras y expresiones, por la impresión que causarás a alguien tan inmensamente rico. Apenas piensas en el hombre Warren Buffett, en la persona de carne y huesos que tendrás delante. Su fortuna te hará sentirte psicológicamente inferior. Y esto es triste porque algún día ese señor, que es igual que tú, también habrá padecido de jaquecas, o indigestiones, o de mareos. Y un día morirá al igual que tú, porque el dinero no puede comprar la vida eterna. Sin embargo, tú llegas a su oficina convertido en un manojo de nervios. ¿Por qué?.
La respuesta es muy sencilla: porque crees muy dentro de ti que una persona que ha logrado tanto "éxito" debe ser alguien a quien respetar de manera especial, porque tú crees que es especial. O dicho de otra manera: "más especial que tú" debido a su fortuna.
¿Qué significa cultivar el desapego?
Para obtener la respuesta a esta pregunta primero deberíamos definir lo que el desapego es.
De todos es conocido que la emoción del apego nos compulsa a creer que sin determinado objeto, persona, u objeto mental, nuestra vida estará "vacía". Por lo tanto, el apego por los objetos (sean materiales o mentales) no es otra cosa que una muestra de codependencia, la tendencia a olvidarse de uno mismo y centrarse en otros. Para un codependiente la ruptura de ese lazo es fatal y lo sume en la más profunda de las tristezas. Algunos amantes se han suicidado cuando la relación sentimental que mantenían con otra persona se rompe, otros cuando pierden su empleo o alguna de sus otras "propiedades". Son casos extremos, pero todos sabemos que son reales y que ha ocurrido miles de veces en la historia de la humanidad. Por lo tanto, la codependencia es el extremo del apego desmedido por las personas y las cosas.
En cambio, mucho antes de la aparición del Maestro Jesús, un hombre nacido en Nepal llamado Siddharta Gautama, dijo: "toda vida es sufrimiento, y el sufrimiento es el resultado del deseo". Es decir, sufrimos cuando deseamos. ¿Lo crees, o no?. Y eso no significa que como seres humanos que somos no deberíamos desear para no sufrir. Pensar así sería un extremismo y definitivamente una muy pobre interpretación de las palabras de Buda. Sufrimos cuando anhelamos aquellas cosas que creemos imprescindibles para nuestras vidas (sin serlo) y estas no llegan o las perdemos, cuando le otorgamos el papel protagónico a objetos externos a nosotros olvidando que somos completos y perfectos en nosotros mismos sin la necesidad de muchas de las cosas que hoy consideramos como "necesarias".
Por lo tanto, cultivar el desapego (algunos le llaman anarquía budista) quiere decir que debes comprender que todo lo necesario para que seas feliz ya está dentro de ti. El Maestro Jesús usó otras palabras: "el Reino de Dios ya está dentro de ustedes mismos". Y Saulo de Tarso (Pablo), a quien muchos consideran el propagador de la fe cristiana fuera de los límites del Israel de aquellos tiempos, fue aun más claro cuando escribió: "nada trajimos a este mundo y difícilmente algo podremos sacar de él". Y muchísimo tiempo antes ya Moisés había escrito en el Génesis refiriéndose al castigo impuesto por la Divinidad a Adan y Eva cuando violaron la única ley prohibitiva que tenían (no comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal): "porque polvo eres, y al polvo volverás".
Más claro: ¿qué somos en realidad?. Mi respuesta corta sería: no mucho y al mismo tiempo seres maravillosos, algo así como una mezcla entre la perfección y la contaminación de la misma debido a nuestras malas prácticas mentales.
Cómo cultivar el desapego
Lo primero sería tomar conciencia de nosotros. La velocidad que han alcanzado las actividades humanas en nuestras sociedades nos ha hecho olvidarnos de nosotros mismos. Por lo tanto se impone un stop para reflexionar. Yo, al menos, me sentiría la persona más miserable del mundo si todo por lo que estoy aquí se reduce a unos papeles en la forma de billetes, a un pedazo de metal con ruedas (automóvil), y a cuatro tablas con un techo (casa). Incluso, igual de miserable me sentiría si por perder la relación con mi esposa mi vida se transformara en un calvario de tristeza. Y voy más allá: si uno de mis hijos me dice un día que en vez de amarme me odia, yo no albergaría por él resentimiento alguno, pues es su derecho sentir lo que mejor le venga en ganas respecto de mi. Sólo trato de ser una persona que experimenta la vida sabiendo que todo lo que mis ojos ven es sencillamente transitorio y que tarde o temprano todo lo que comienza debe terminar. Nada es realmente "mio".
Comienzas a cultivar el desapego cuando vas poniendo cada cosa en su justo lugar, cuando vas comprendiendo que lo existente forma parte de un todo y que nada, absolutamente nada, te pertenece. Es entonces que comienzas a sentirte parte de la energía universal, cultivas la compasión, y al mismo tiempo dejas que esa corriente de energía fluya a través de ti para manifestar la vida.
Pero debes entender que ese ejercicio espiritual, más que volverte una persona indiferente, te convierte en alguien más amoroso. Cultivar el desapego te permitirá ver la libertad por todas partes, sentir que todos somos exactamente iguales y que los objetos mentales son creaciones propias que muchas veces nos engañan sobre el significado de la vida. Se me ocurre comparar a una persona que no ha cultivado el desapego con una PC infectada de un virus potente. A toda velocidad hay que usar de un antivirus para eliminarlo. Igual pasa con nuestra mente, sólo que en el caso nuestro el antivirus no es otro que la reprogramación de muchos de los conceptos que venimos arrastrando desde que nacimos acerca de lo que verdaderamente es vivir.
El dinero viene y va. Hoy eres una persona saludable y mañana puedes enfermar y morir. Tu casa puede ser derribada por un tornado. Tus hijos un día se marcharán y te darás cuenta que ellos no son tu propiedad. Tu automóvil se puede descomponer y volverse inservible. La persona que hoy amas con locura puede dejarte de amar y enamorarse de otra. Del empleo en el que tantas esperanzas pusiste te pueden echar. Nada es realmente tuyo, sólo usas, de manera transitoria como ya dije más arriba, aquello que ha llegado a ti. Debemos comprender la finitud de todas las cosas y entonces estarás manifestando el desapego, y por lo tanto, dejarás de ser un esclavo de las cosas para convertirte en un ser extremadamente libre y feliz.
En realidad necesitamos muy poco para vivir. La noción de que acumular objetos es igual a la felicidad deberías dejarla ir. De hecho, como dijo el escritor del Libro de los Proverbios, "con el aumento de los bienes aumentan las preocupaciones y quienes los consumen. Y eso también es vanidad y un correr tras el viento".
La vida, amigo mio, es extremadamente frágil y corta como para llenarla de basuras mentales. Se siente un gozo extraordinario cuando vas comprendiendo el sentido exacto de vivir, la oportunidad maravillosa de poder manifestar la vida de la manera más sencilla posible y compartirla con otros. No se trata de hacer votos de pobreza, si no, de entender qué significa ser verdaderamente ricos.
Aun si estuvieras sin dinero, sin casa, sin una pareja sentimental, sin hijos, sin automóvil, y todas las otras cosas que nos parecen normales, tú podrías ser feliz porque la felicidad parte de entender que, excepto tu vida misma, todo el resto de las cosas son añadidos.
Buda renunció a su vida principesca y encontró la iluminación. Millones hoy en día siguen su doctrina. Jesús fue un carpintero que un día lo dejó todo y con 12 discípulos se fue a cumplir su misión y nos dejó enseñanzas trascendentales. "Las aves del cielo tienen sus nidos y las fieras del campo sus cuevas, pero yo, el Hijo del Hombre, no tengo ni donde recostar la cabeza", dijo de sí mismo. Millones consideran a Jesús como el hombre más extraordinario que ha pasado por este mundo.
Y en nuestra época también hay ejemplos notables, como la Madre Teresa y todas esas monjitas amorosas que trabajan sin sueldo en cualquier parte del mundo al lado de los que sufren, como aquellos hombres y mujeres de mucho dinero que lo han donado casi todo para buenas causas. Es decir, se sigue manifestando que el desapego es una virtud .
Comienza a practicarlo y verás como poco a poco vas dejando de sufrir por lo que antes sufrías y ninguna "pérdida" te va resultar tan terrible. Repito: NINGUNA.
En realidad se trata de ser felices por la vía más inteligente y sin luchar contra alguien o algo. Se trata de liberar nuestra mente de las ataduras que hasta este momento nos han mantenido esclavos de cosas transitorias a las que les hemos dado demasiada importancia. Un buque suelta lastre para navegar más ligero. ¿Por qué no deberíamos hacer lo mismo?
Y a todas estas me preguntarás: ¿por qué entonces enseñas en tu blog a hacer negocios por internet y ganar dinero con ello? ¿Acaso eso no es una forma de mostrar apego y un lastre, lo que contradice todo tu discurso?
A lo que yo te respondería: ¿y en qué parte de mi discurso he dicho que la pobreza sea una virtud?. El dinero existe y sirve para muchas cosas. El verdadero problema no es el dinero, es el apego desmedido al dinero y el convertirlo en el centro de tu vida.
Hasta pronto.
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