Imagine que usted entra a una habitación totalmente blanca y muy espaciosa con todas sus pertenencias. Sin olvidar ni una.
Dentro de la habitación hay un espejo muy pulido que cubre toda una pared. Sitúese frente al espejo y comience a amontonar sus cosas. Auto, casa, tarjetas de crédito, títulos y certificados obtenidos, reconocimientos, fotografías, muebles, regalos, ordenador, teléfono, televisor y otros electrónicos. Cosméticos, adornos, joyas, etc.
Para finalizar, comience a desvestirse lentamente. Empiece por los zapatos, luego sus calcetines, su pantalón, falda o vestido, su camisa o blusa, su reloj, sus anillos y cadenas, sus prendedores, sus pendientes....
Una vez en ropa interior, quítesela también. Quédese completamente desnudo justo al lado de todas sus pertenencias.
Y mírese al espejo.
Acto seguido, observe el montón de sus propiedades y luego a su imagen frente al espejo. Y hágase la siguiente pregunta: ¿qué soy?
Cuando tenga la respuesta (y esté muy seguro de ella) habrá descubierto un tesoro.
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