Hay un momento en que debemos hacer un alto y observar todo lo que hemos estado cargando durante nuestra vida. Se sabe que un simple vaso de agua sostenido en la mano por un largo período de tiempo se vuelve descomunalmente pesado. Y lo mismo ocurre dentro de nuestras cabezas, donde suelen vivir por largos períodos pensamientos y actitudes dañinas para nosotros mismos y para otros. Si a los barcos, globos aerostáticos y submarinos se les libera de lastre para hacerlos más ligeros, entonces nosotros deberíamos hacer lo mismo con nuestra persona si es que queremos avanzar más y mejor.
Pero...
El gran problema que tenemos para superar nuestros defectos de carácter es que los amamos. Sí, usted ha leído bien, los amamos. Toda nuestra conducta volitiva está basada en aquello que creemos nos beneficia y a la vez nos brinda un refugio de nivel superior respecto de otras conductas que podamos asumir. Ejercemos nuestra más firme voluntad en aquellas áreas en las que imaginamos poder sacar una ventaja y ponemos allí todas nuestras energías a la espera de derivar de ello nuestra zona de confort. Porque se trata exactamente de eso, de construir ese lugar donde nuestra psiquis se sienta mejor para acercarnos a eso que llaman la felicidad.
Sin embargo, muchas veces no nos percatamos que cuando estamos construyendo nuestra zona de confort arrastramos hacia ella pensamientos y conductas que lograrán con el tiempo hacernos la vida un poco más complicada que como creímos. Al ser nosotros seres gregarios todos nuestros actos tienen una repercusión en el bienestar propio y en el de los demás. Una persona iracunda será temida y no amada por quienes le rodean. Todos temerán sus explosiones de ira. De igual manera, una persona envidiosa causará suspicacias y rechazo de parte de su núcleo humano, pues se sabe el daño que un comportamiento envidioso es capaz de provocar. Sin embargo, lo más difícil que hay en este mundo es cambiar los pensamientos y las actitudes de un ser humano que no es consciente de su problema. Es como hablar con una pared. Y como las paredes no tienen por costumbre reaccionar a nuestros reclamos, esa persona terminará aislada y alejada de las respectivas zonas de confort que otros nos hemos estado construyendo durante toda la vida. Pero, ¿qué es un defecto de carácter? ¿Cómo identificarlo?
Resultados
Un profeta hebreo dijo: "la sabiduría queda probada por sus resultados". Y es cierto, no hay otra forma de conocer las ventajas o desventajas de lo que hacemos si no es por medio de las reacciones que recibimos de vuelta. No por gusto a las grandes compañías jamás se les olvida construir un poderoso mecanismo "feedback" para conocer de primera mano qué es lo que piensan sus clientes sobre los productos y/o servicios que ofertan. ¿No deberíamos nosotros observar cuál es la reacción a nuestro comportamiento de parte de quienes nos rodean?.
Si usted ha estado actuando de manera equivocada la respuesta a su equivocación puede llegarle por distintas vías. Por ejemplo: suponga que usted no está dando a su esposo o esposa, hijos, o amigos, toda la atención que merecen. Seguramente a usted le será muy fácil autojustificarse con los clásicos "no tengo mucho tiempo", o, "estoy muy cansado". Pero lo cierto es que esa persona necesita de usted y usted no está ahí. Y ya sabemos cuanta apatía se va creando con el tiempo debido a la pereza. En este ejemplo el feedback le puede llegar a través de una simple expresión como lo puede ser "papi, hace tiempo que no me llevas al parque", o, "ya van dos semanas sin sexo", o, "fulano/a, "¿ya no me cuentas entre tus amigos"?
Si usted no está actuando sabiamente los resultados serán palpables y de alguna manera le harán saber lo errado de su comportamiento. Por lo tanto, y para decirlo de la manera más sencilla, un defecto de carácter es aquella carencia en nuestro pensamiento y en nuestro comportamiento que nos afecta y afecta a otros.
Desprenderse de un defecto de carácter es bastante difícil en tanto no se descubren los efectos negativos que traen, a nosotros mismos en primer lugar, y también a quienes nos rodean. Y lo peor de todo es que desconstruyen, con el tiempo, nuestra propia zona de confort haciéndonos la vida menos llevadera y provechosa.
Soltando lastre
Si nos interesa construir un mejor entorno familiar debemos botar todo lo que esté estorbando a esa construcción. Si nos interesa una efectiva relación de negocios deberemos desprendernos de todo lo que resulte nocivo a esa relación. Y lo mismo aplica a las relaciones con los amigos y a toda la esfera social y privada de nuestras vidas. No podemos sentir amor por aquello que no sirve, pues eso sería un comportamiento autodestructivo a fin de cuentas. Pero lo más importante es revisar la escala de valores que nos ha motivado y motiva a actuar de una manera u otra. ¿Hasta dónde me ha traído mi forma de ser? Esa es una muy buena pregunta que deberíamos hacernos cada cierto tiempo sin sentir el más mínimo ápice de autocompasión. Debemos ser muy duros para desinstalar y desterrar de nosotros un defecto que como una losa muy pesada hemos estado cargando por mucho tiempo con resultados desastrosos. Para ello hace falta una fuerte disposición de cambio y una sinceridad elevada.
Después de identificado un defecto de carácter, si es que queremos sacar provecho de ello,deberíamos actuar sin demora. Identificarlo y no actuar es traer más sufrimiento a nuestras vidas, como aquel a quien le diagnostican un problema de salud y rechaza el tratamiento indicado por su médico. Con esa actitud no se cura ni se torna en una persona más feliz.
A veces es necesaria una terapia de choque. Uno de los ejercicios espirituales más efectivos que conozco lo es hablar conmigo mismo frente a un espejo. Parece sencillo, pero es de una efectividad impresionante. Algunos budistas utilizan una técnica muy simple cuando meditan: se imaginan sentados al lado de sí mismos mientras se observan con ojo crítico.
Y el mensaje central de mi escrito es este: para soltar el lastre que representan nuestros defectos de carácter tenemos que tener todo el valor y la objetividad posibles para mirarnos tal y como somos. Sólo después es que podemos botar lo que no sirve.
No comments:
Post a Comment