En uno de esos mensajes el remitente me dice que está bien lo de eliminar la casilla de comentarios si nadie comenta, pero que el colmo de mi locura es evitar que aquellos que no comentan puedan compartir alguna entrada de su interés con sus comunidades a través de Twitter, G+, Facebook, etc.
Es decir, al parecer a algunos no les cayó muy bien mi decisión.
Pero resulta que yo no soy muy emocional y siempre me pienso muy bien las cosas antes de hacerlas. Si algo no me funciona lo quito de mi vida con naturalidad, sin exabruptos ni luchas.
Sin embargo, debo admitir que de alguna manera esos mensajes me han puesto a pensar. Y me lo estoy pensando. No siento la necesidad de que este sitio sea popular, pero lo cierto es que tampoco soy un ser egocéntrico ni egoísta que se ha propuesto molestar a quienes se toman el trabajo de leerme.
Vamos a ver que pasa. Respetar a una audiencia, por pequeña o grande que esta sea, debe estar en la mira de cualquier webmaster o blogger.
Pronto tomaré una decisión que pudiera variar si la balanza se inclina al sentido común y no a mis propias interpretaciones de los fenómenos. Me llama la atención saber que un simple post puede crear reacciones de todo tipo en un blog tan sencillo como este. De alguna manera, por qué no decirlo, es estimulante saber que al menos a unas pocas personas les gusta lo que hago y que son capaces de regañarme si algo no les gusta y de darme su aprobación si algo les agrada.
No es mentira, va llegando el momento en que uno no manda ni en su propio blog.
Hasta pronto.
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