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Sal de Ti y Mírate

Por cada estrella del deporte hay miles que nunca llegarán a serlo. Por cada artista famoso hay miles que son desconocidos. Por cada mansión hay millones de casuchas hechas de arcilla y juncos, con pisos de tierra y sin los servicios mínimos. Por cada persona que disfruta de un jacuzzi hay millones sin agua corriente en sus casas.

 Por cada millonario hay millones de pobres. Por cada blogger famoso hay millones que nunca serán conocidos aunque escriban cada día contenidos de calidad.

Por más que se esfuercen los especialistas del SEO en decirnos qué hacer para que nuestro blog ocupe las primeras páginas de los buscadores habrán millones de blogs que jamás serán conocidos por el gran público. Por cada cheque gigantesco extendido hay miles que no ganan ni ganarán un centavo.

Vivimos en ese mundo del cual el profeta hebreo Jesús dijo: "a los pobres siempre los tendrán con ustedes". El reparto de la riqueza es desigual a pesar de que técnicamente hay suficiente para todos.

¿Qué ha estado pasando en todas la etapas de la historia humana para que siempre haya sido y sea así?

No habrá jamás una explicación convincente. Las tendencias ideológicas harán que broten tantas respuestas como agua de un manantial.  Los chicos de la izquierda culparán al gran capital. Los centristas intentarán posiciones mas "equilibradas" entre un extremo y el otro. Los ricos, sobre todo los más arrogantes, dirán que a mucha gente no les gusta esforzarse lo suficiente para ser exitosa.

Y las religiones, con sus ángeles y demonios, también intentan explicarnos el asunto.

Un sencillo experimento
Yo trato de ponerme a mi lado (este es un excelente ejercicio de autocontemplación) cuando necesito relajarme. Cierro mis ojos, "salgo" de dentro mi cuerpo, y me siento junto a él. Casi siempre "veo" cosas de indescriptible realismo cuando hago este ejercicio espiritual en el que me multiplico por dos. Cuando me observo a mi mismo no trato de juzgar lo que veo, si no, de observar. Simplemente me veo a mi mismo desde otra dimensión. Cuando finaliza el experimento y me vuelvo a "meter" dentro de mi, generalmente me lleno de una sensación de infinita paz y obtengo algunas respuestas esenciales a pesar de no haber formulado pregunta alguna.

La última vez que hice ese ejercicio estaba sufriendo de terribles ataques de pánico. Todo el que ha padecido dichos ataques sabe lo desagradables que son. En pocas palabras: sientes que vas a morir. Intentando explicarme el por qué de mi situación lo único que logré fue complicar la espiral ascendente de malestar general. Los ataques de pánico, para decirlo de manera más simple, se alimentan de nuestros pensamientos acerca de los síntomas que estamos padeciendo en ese momento.

Pues bien, hice algunas respiraciones profundas, relajé todo mi cuerpo, me salí de él, y me observé. Vi a una persona tan normal como otra. No critiqué a mi otro yo, no emití juicios, no busqué respuestas. Simplemente contemplé. No puedo decir exactamente cuanto tiempo duró esa forma de meditación, pero te puedo jurar que sentí un alivio extraordinario cuando "regresé".

¿Por qué esa simple técnica me ha funcionado?

Siendo honesto debo admitir que ni siquiera me he dedicado a buscar una explicación lógica. Sólo he aprendido que cuando salgo de mi y me contemplo todo adquiere un matiz diferente.

Sinceramente creo que cuando vives sin luchar contra los elementos la vida se vuelve más fácil. Cuando no opones resistencia y aceptas que las cosas son como son, que vivimos en un mundo que es así, que lo que llamamos desigualdades no son más que puras apariencias, la calidad de tu vida, por fuerza, aumenta de manera espectacular.

No me interesan mucho las explicaciones demasiado racionales, pues como alguien dijo una vez, "la vida no es un problema a resolver, si no, un misterio por el que transitamos".

Y lo cierto es que después de aquel día no he vuelto a sufrir otro ataque de pánico.

¿Por qué?

Juro que no lo sé ni me interesa saberlo. Me basta con sentirme bien.

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