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Un Viaje a las Partes Más Oscuras de Nuestro Ser

Uno de mis mejores amigos tuvo serios problemas de alcoholismo. Su situación llegó a ser tan grave que perdió su matrimonio, una buena parte de sus amigos, su trabajo, y hasta el cariño de uno de sus dos hijos. Debo admitir que sentí una profunda lástima por todo el infortunio que le rodeó en aquellos años en que todo se derrumbaba a su alrededor. Pero era (y es) mi amigo, por lo tanto, algo había que hacer.

Traté de encontrar ayuda para él pero jamás aceptaba ninguna de mis sugerencias. Siempre se escudaba en cualquier cosa, desde su situación económica hasta el clima. Lo cierto es que a punto estuve de tirar la toalla y que fuera lo que Dios quisiera que fuera de él. Logró agotarme con sus quejas acerca de todo y todos y a punto estuve de dar su caso por perdido. Pero cuando le miraba fijo veía en sus ojos un grito de ayuda que me impedía mantenerme indiferente.

Hablando con otro amigo me entero de Alcohólicos Anónimos (AA). Según me dijo muchos encontraron allí el remedio definitivo para sus vidas insoportables. Hice algunas investigaciones y descubrí que cerca de mi casa había una iglesia que prestaba uno de sus salones, dos veces a la semana, para que un grupo de AA se reuniera.

No me fue fácil convencerlo, y casi a regañadientes, y por qué no, debido a mi firme actitud, logré que asistiera por primera vez a su primera reunión. Pero no fue sin condiciones. Me hizo jurarle que yo debía acompañarle al menos una vez por semana, pues me dijo que su fuerza de voluntad y su autoestima estaban tan bajas que por él mismo no podría imponerse la disciplina de asistir regularmente. Acepté con alegría mi cruz y comenzamos a ir juntos a las reuniones a pesar de que yo consumo alcohol de Pascuas a San Juan. emoticon sonrisa

Catarsis 
Si hay algo de lo que me siento muy agradecido en esta vida es de haberme comprometido con mi amigo a acompañarle a las reuniones de AA. Llegué a sentir un verdadero interés en todo lo que allí acontecía y mi grado de identificación fue tan grande que cada vez me sorprendía más lo que un grupo de personas con problemas de alcoholismo pueden lograr con el simple hecho de hablar entre ellos.

Uno de los términos que más llamó mi atención fue catarsis. Aunque los diccionarios dan varias explicaciones académicas, para un miembro de AA la catarsis es simplemente la expulsión del dolor por medio de la palabra. Es decir, cuando hablas con tus iguales acerca de tus defectos de carácter, de las cosas vergonzosas que la  ingesta excesiva de alcohol te provocó, cuando cuentas a otros los demonios que te atormentaron por tanto tiempo, todo comienza a mejorar y te das cuenta que no has estado solo en tu negro camino, que también otros vivieron tu propio calvario.

Desde un pequeño atril a cada miembro se le permiten cinco minutos de catarsis para que diga lo que quiera, para que cuente anécdotas de su vida alcohólica, para que se exprese sin sentir bochorno sobre el daño que hizo a otros, en fin, para que saque desde lo más profundo de su ser todo lo que lo atormentaba o atormenta. También hablan para simplemente decir cómo les fue el día de hoy. "Solo por hoy" es la frase con la que siempre terminan sus intervenciones, es decir, tratan de vivir un día a la vez, pues están más que convencidos que solo así se puede vivir de manera racional. "El ayer ya pasó y el mañana no ha llegado, solo por hoy." Muy sabio, ¿verdad?

¿Donde está la magia?
Una de las cosas que me quedó bien clara es que el alcoholismo es una enfermedad producida por el miedo a enfrentar la vida tal y como es. Cuando alguien necesita del alcohol para dejar de sentir miedo y cada vez necesita más alcohol para experimentar ese estado de seguridad necesaria que todos necesitamos ante nuestros retos cotidianos, entonces estamos ante una persona que ha dejado de ser un bebedor social para convertirse en un bebedor problema, es decir, en un alcohólico.

Desde una posición de autoridad es muy poco lo que se puede lograr de un alcohólico. Cuando una familia preocupada por su ser querido le lleva frente a un psicólogo o psiquiatra, o ante un terapeuta que pueda remediar su situación, casi nunca se obtienen los resultados apetecidos. Y la razón es muy simple: el alcohólico le va a mentir, le va esconder sus verdaderos miedos, se va a comprometer, y sencillamente no va a cumplir su promesa. Y es lógico, pues cuando no estás frente a un igual no sientes el grado de identificación necesaria para ser sincero y expresarte con toda profundidad.

Pero otra cosa ocurre cuando alguien sube al atril y lo primero que dice es: "hola, mi nombre es fulano y soy un alcohólico". Inmediatamente el resto de los allí presentes se sienten en igualdad de condiciones.

Tuve la experiencia de escuchar anécdotas realmente escalofriantes. Uno de ellos contaba que en medio de una de sus interminables borracheras su madre le gritó desde el balcón de su casa: "si continúas en ese estado me voy a tirar hacia la calle". Y su respuesta fue: "tírate de una buena vez a ver si encuentro la paz que necesito". Y su madre se lanzó al vacío y murió. Si me pongo a relatar aquí todas las cosas que escuché durante el año y medio que estuve acompañando a mi amigo a las reuniones de AA no terminaría nunca.

Alcoholismo y drogadicción son similares
También en esas reuniones vi a personas que los alcohólicos anónimos llaman "de doble estigma", es decir, que a su excesivo consumo de alcohol añaden el uso de drogas con el objetivo de incrementar el efecto enajenante de esa desgraciada combinación. Pero algo tienen en común un alcohólico y un drogadicto: son enfermos. Ellos no quieren ser así, de hecho, en momentos de lucidez sencillamente se echan a llorar cuando logran recordar las cosas que hacen bajo los efectos del alcohol y otras sustancias. Es un error enorme creer que un alcohólico o drogadicto es un descarado e infame ser humano que sólo tiene el deseo de causar sufrimiento a otros y que se complace en ello. No, sencillamente es un enfermo, como lo ha reconocido la Organización Mundial de Salud.

¿Cuáles conclusiones debemos sacar?
La primera de ellas, al menos en mi caso, es que cualquier persona se puede convertir en un alcohólico o drogadicto aun en contra de su voluntad. En AA todos están claros que el miedo es la base de esa enfermedad y que el abuso del alcohol es simplemente una consecuencia de ese miedo, un falso remedio para superarlo. Si tienes ese problema o sufres porque uno de tus seres queridos está atravesando ese oscuro mar de sufrimiento, lo primero que debes entender es que él o ella no quieren ser como son.

Aun si tú no abusas del alcohol y otras drogas debes saber que existe lo que ellos denominan "mentalidad alcohólica o borrachera seca", es decir, manifestaciones de la personalidad alcohólica aun cuando no se consume alcohol. Ello consiste en ver y manejar la vida desde la perspectiva del miedo, de las dudas acerca de nuestras capacidades, de los defectos de carácter. Y ahora medita en lo siguiente: ¿no nos ha pasado y nos pasa a todos en un momento u otro de nuestras vidas que esos sentimientos se hacen dominantes?.

La única diferencia entre un alcohólico y uno que no lo es, pero que es dominado por sentimientos de miedo y baja autoestima, no es otra que el uso del alcohol como supuesto remedio en un caso y no en el otro. El segundo es un "borracho seco".

Todos los seres humanos poseemos defectos de carácter. Nadie se escapa. Si no eres envidioso es probable que seas iracundo, o melancólico en exceso, o abusador, o cobarde, o mentiroso, o ladrón, o miedoso. A veces los defectos de carácter ni siquiera son notados por quien lo padece, lo cual impide la catarsis y como consecuencia de ello el alivio.

Mi amigo ya tiene más de cinco años sin probar una gota de alcohol. Afortunadamente no ha tenido recaídas y hasta cierto punto ha logrado recomponer varios de los puentes que rompió en su vida pasada. Su esposa de entonces no pudo recuperarla, pero sí el amor de aquel hijo suyo que no quería saber nada de él. Ahora tiene trabajo y lo cuida, ama y es amado por una mujer valiosa que le acompaña en su vida, y lo fundamental: cada vez que cumple un año más sin probar alcohol en su grupo de AA le celebran el cumpleaños al que yo, bajo ningún pretexto, puedo faltar. emoticon sonrisa

Si bien mi amigo tiene motivos más que suficientes para quererme mucho, yo también tengo motivos más que suficientes para agradecer a AA todo lo que hizo por él, y por qué no, por mi mismo. Escuchando y escuchando aprendí a conocerme mejor y hubo momentos en que parecía que quien hablaba desde el atril era yo, pues muchas cosas referentes al carácter humano nos son comunes a todos y nadie puede asegurar qué será de su vida si se ve sometido a presiones psicológicas inesperadas.

Así como podemos ser magníficas personas no podemos olvidarnos que hay enemigos agazapados dentro de nuestra mente esperando la oportunidad de manifestarse. La solución bien pudiera ser hablar sin tapujos y sin engaños con alguien que esté dispuesto a escuchar sin juzgarnos, con alguien que muestre empatía y un deseo sincero de darnos una mano. Pero en todo caso cada uno de nosotros es el máximo responsable de su vida, por lo tanto, nos corresponde dar el primer paso y estar dispuestos a dejarnos ayudar.

Es increíble lo que puede lograr expulsar el dolor por medio de la palabra. Yo lo vi con mis propios ojos y doy testimonio de ello. Vi verdaderos escombros humanos volver a rehacer sus vidas para la alegría de todos los que los aman y de ellos mismos.

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